Por Cristina «la Flaca» Rodríguez* | El 25 de mayo de 1973 fueron liberados la totalidad de los presos políticos algo que ocurrió gracias a la presión de la movilización popular. Eran miles y miles de personas en Plaza de Mayo que acompañaban la asunción del presidente Cámpora, demostrando a su vez el rechazo a las fuerzas militares que hasta ese día se habían adueñado del gobierno.
En esa plaza histórica comenzó a surgir la determinación de liberar a los presos políticos, las columnas de manifestantes comenzaron a marchar hasta la cárcel de Devoto. El objetivo era liberar los presos políticos, reconociendo el valor de la lucha, de la simpatía de quienes por pensar distinto y luchaban por un mundo mejor, estaban presos. Las calles fueron un despliegue de demostración de amor y alegría de cómo se luchaba en esos años. A pesar de que se puede tomar como algo espontáneo debemos entender que esto fue la coronación de un trabajo que haría visible la existencia primero y la necesidad después de liberar a esos luchadores.
A principios de los años 70 las cárceles comienzan a albergar a ciudadanos, militantes de organizaciones armadas, políticas, gremiales y estudiantiles. Padres, amigos, hijos, esposas y esposos de esos rehenes de la dictadura comenzamos a conocernos en el peregrinar por cárceles, allí charlábamos sobre las necesidades de nuestros familiares y nuestro anhelo de verlos libres. Hago una mención especial a aquellos padres, “mis queridos viejos”, muchos de ellos aprendieron que era la militancia, ya que pelearon por sus hijos a la par de los jóvenes.
Fuimos parte de un trabajo de tres años, donde no sólo participaban familiares, sino también estudiantes, militantes de partidos políticos, con la mayor amplitud y la consigna de libertad a los presos políticos, con un carácter de independencia que fundamentalmente se basaba en la independencia económica.
Realizábamos peñas, rifas y un sinfín de iniciativas para mantener esa independencia. Trabajábamos con todos los partidos políticos, todos buscaban que adhiriéramos a ellos, pero un organismo defensor de los derechos humanos no debía embanderarse con una parcialidad política. Durante las campañas para las elecciones de 1973 Cámpora era candidato y prometía la libertad de los presos. En COFAPPEG Rosario estuvimos discutiendo dos semanas, si apoyábamos su candidatura como nos pedían los compañeros peronistas. Pero resolvimos que no, no debíamos confiar la libertad de los presos a ningún candidato. La libertad dependía de nosotros y de nuestro trabajo.
Y ahí surgió: “A DEVOTO A BUSCAR A LOS PRESOS”.
El “Devotazo” y la organización de COFAPPEG constituye un precedente en la historia, muchas veces silenciada, de gran importancia ya que muchos de los participantes de esa experiencia fueron protagonistas en posteriores organismos de derechos humanos que existieron y escriben hoy importantes páginas en nuestra lucha.
Cuando una recuerda aquellas luchas, surgen miles de anécdotas y es inmensa la alegría con que recuerdo a mis compañeros. Las canciones que inventábamos y nos daba igual una peña o una manifestación, los recuerdos en la puerta de la cárcel esperando para entrar a verlos, como así también en mateadas de reuniones.
En Rosario fue en la única ciudad donde no se dividió COFAPPEG, ya que en los demás lugares se terminaron dividiendo los peronistas por un lado, que como dije estaban con el apoyo a Cámpora y el PRT más independientes por otro. En Rosario nos reuníamos en ATE, el entonces secretario general era el “negro” Aguirre. ATE nos abrió las puertas y posibilitó nuestro accionar más organizado, hasta nos defendió cuando la policía quiso detenernos. El mismo Aguirre puso la cara y zafamos, aún hoy nos reímos con compañeros cuando recordamos el apurón de aquel día.
Que no se entienda que llegamos a la cárcel y se abrieron las puertas. Nada de eso ocurrió, ya que nos estaban esperando y nos recibieron con una balacera contra los manifestantes. De golpe me vi cuerpo a tierra amparándome detrás de un auto sin saber de dónde venían los tiros. Ahí hubo dos muertos, pero la gente seguía llegando provocando una presión cada vez mayor. Los presos, que habían tomado los pabellones, comenzaron a asomarse y a los gritos nos hablaban. Algunos nos dijeron que tuviéramos calma que tenían la promesa de que en una semana los irían liberando. Pero fue Cases Camarero quien nos dijo que la libertad de ellos estaba en nuestras manos. Esto fue suficiente, así la presión creció y ahí si se abrieron las puertas. En memoria de aquellos caídos en las calles de Devoto hago mi homenaje a todos los caídos en las luchas populares y repito:
NO OLVIDO, NO PERDONO,
NO ME RECONCILIO!!
*Cristina «la Flaca» Rodríguez, referente de la CTAA Santa Fe, fundadora de COFAPPEG. Nota publicada en el N°5 de la Revista Pasala
Fotografías de Alicia Sanguinetti, extraídas del libro “El Devotazo”.