Por trabajadorxs precarizadxs* | A veces me imagino la vida como una gran tormenta en el mar, donde cada sector precarizado se encuentra en una canoa vieja, de maderas carcomidas por el agua y el óxido de los clavos y remaches que la arman. Nos dicen que esta canoa es nuestra y que la debemos cuidar, mientras afuera de ella el agua turbulenta nos golpea con sigilo y una voz se escucha aturdiendo el silencio: “Si se caen es porque no supieron cuidar la canoa”.
Vivir en estado de precarización significa vivir en la indignidad laboral. Es no contar con los derechos mínimos de cualquier trabajador o trabajadora. Es no saber si tu salario estará o no a fin de mes, no saber si vas a poder pagar el alquiler, o si vas a poder acceder a los medicamentos que necesites si te enfermas.
Vivir precarizadxs significa no contar con ningún derecho. Que no te reconozcan los fines de semana, que no puedas enfermarte, que no cuentes con una licencia. Es estar predispuestx a todo, todo el tiempo, porque es laburo y hoy lo tengo, pero mañana no sé. Significa vivir a las corridas, ya que tenés que tener más de un trabajo. Es servir al ciudadanx con una sonrisa amable y cálida en la cara y con la esperanza de que alguna vez alguien reconozca tu trabajo. Es vivir bajo presión, a la espera de que te vuelvan a llamar o te vuelvan a contratar. Es cobrar con plazos irracionales y devaluados con contratos falsos, pagos en cuotas a largo plazo, sin fecha definida, montos miserables y congelados. Es vivir ajustado, es vivir angustiado. Significa no poder proyectar una actividad al mes siguiente, vacaciones, y mucho menos hablar de un proyecto personal a largo plazo.
Vivir en estado de precarización, es ver cómo en cuatro años un gobierno pudo diezmar áreas estratégicas, donde los despidos caían como ‘regalos de navidad y año nuevo’. Es sentir que todos los años que se pasan trabajando con compromiso no cuentan a la hora de cerrarte la puerta en la cara. Es no ser ni siquiera un número.
Vivir precarizadxs, a veces se piensa que sólo es a nivel laboral. Pero quienes atravesamos esta situación sabemos que la arrastramos a toda nuestra vida. Nos estresa, nos preocupa todo el tiempo. Nos deja exhaustos, desgastados. Genera pérdida de libertad económica y de libertad sobre nuestro tiempo.
La política del ‘use y tire’ está aún en espacios públicos que se proponen generar nuevas formas vinculares y ‘reivindicar el humanismo’. No importa el nivel de formación, del compromiso, de cuánto se le pone el cuerpo a las políticas públicas. El mensaje del Estado-patrón es que tu ser no tiene importancia.
Pero en realidad no, no somos desechables, no somos reemplazables: somos trabajadorxs con derecho a que se nos reconozca como trabajadorxs del estado, a partir de medidas concretas y efectivas que no continúen reproduciendo la precariedad laboral que seguimos denunciando. Somos trabajadores y no emprendedores o proveedores de servicio. Nuestro trabajo son los derechos de la población. Nos han querido envolver en la romantización laboral, año tras año, a partir de la figura de “refuerzo”. En realidad no reforzábamos nada, sino que sosteníamos la estructura.
Identidad
Después de haber recorrido años de luchas colectivas, nos proclamamos TRABAJADORXS DEL ESTADO y exigimos una respuesta concreta que garantice nuestros derechos. El reloj marcando las 23.59 horas de un 31 de diciembre no liquida lo que somos porque un papel lo dice.
El día que decidimos parar a las orillas de la organización, del gremio, que reparamos en nuestra condición como trabajadores, fue el día que nos preguntamos: ¿Che, quién crea esta tormenta? El día que decidimos ser nosotrxs quienes chocábamos la oleada y la enfrentamos, nos preguntamos ¿Cuántas canoas como la nuestra podemos juntar para hacer una caravana? Lo seguro acá es que la tormenta en el mar es potente y no hay acuerdo en dejarse llevar por ella o quedarse siempre en la orilla. Es la incerteza propia de la vida en este sistema capitalista, que hoy más que nunca se expresa en las agudezas de sus formas contradictorias.
Seguramente nos mojamos y mojaremos en esa tormenta, pero eso que enchastra es ajeno y nunca la confundiremos con la transpiración auténtica y de base que significa organizarse y pelear por mejores condiciones de trabajo, que rompan con lo precario. Entendemos desde nuestra condición de clase que el Estado siempre será patrón gobierne quien gobierne, que las reivindicaciones, las conquistas de nuestros derechos las obtuvimos en la calle organizadxs desde abajo, con otrxs.
Habitamos una sociedad en condiciones de indiferencia. La vida sigue su curso. Todos los días hay más gente en situaciones de vulneración extrema, más descarte de personas: familias sin trabajo, sin comida, sin dinero, sin salud, sin un lápiz, sin piso ni revoque, sin tranquilidad, sin, sin, sin. Pero también con: con dignidad. Porque si algo compartimos sin saberlo es que no somos los que nos hacen o dicen que somos y la dignidad es el timón de cualquier resistencia, es lo que hace nuestra identidad.
*Nota colectiva de Trabajadorxs Precarizadxs del Tríptico de la Infancia y Cementerios de la Municipalidad, de Niñez de la Provincia, y nacionales de Fábrica Militar de Fray Luis Beltrán y SEDRONAR Rosario. Fuente: ATE Rosario.