Por Gustavo Terés* | Este 5 de noviembre se conmemora el aniversario del fallecimiento de Agustín Tosco, dirigente sindical cordobés de Luz y Fuerza, que fundó la CGT de los Argentinos y encabezó las revueltas populares que terminaron con la dictadura de Juan Carlos Onganía. ¿Qué nos sigue diciendo Tosco a 45 años de su partida?
Hablar de Tosco, es hablar de compañeros de lucha que se extrañan, pero de los que siempre es posible seguir su legado. La historia militante del ‘Gringo’ es la de una fracción importante de la clase obrera que, situada en aquel momento, expresaba el interés de la mayoría del movimiento obrero,
Era un dirigente coherente entre lo que decía y lo que hacía, sin renunciar a sus principios, que contribuyó con su fuerza, militancia, honestidad, práctica cotidiana, formación, a la organización popular, elevando la importancia de la unidad de la clase obrera en la lucha.
Tosco creía en la organización sindical de los trabajadores y ubicaba a la clase obrera como vertebradora, como sujeto principal en las transformaciones sociales. No la entendía como un factor de poder que delegaba en el Estado para negociar migajas, u obtener concesiones inmediatas de parte de los patrones.
Era un dirigente con una mirada histórica, se sentía heredero de la lucha de otras generaciones, que no empezaba ni terminaba en la de él. Y nuestra historia no empezó con El Gringo, ni murió con él. La nuestra, la de él y quienes lo antecedieron, es el transitar protagónicamente la lucha de clases. Ésa que de diversas maneras libran cotidianamente fuertes contingentes obreros, donde surgen y se consolidan referentes nuevos con la certeza de que en todas las etapas del movimiento si los trabajadores no hacen lo que deben, sin dilaciones, nadie lo hará por ellos y ellas.
La unidad como camino
Sobre cómo generar la fuerza social para generar las transformaciones sociales, el mismo Agustín cuya voz gruesa y profunda recuerdan animando a los presos de Trelew tras la masacre de 1972, tenía como mandato la unidad popular.
Pero no una unidad de cúpulas, de acuerdos superficiales, sino una popular en la diversidad, donde nadie debe renunciar a sus particularidades, construcciones e ideas. Con el objetivo de la liberación social por delante, con la urgente derrota de la dictadura que generaría el Cordobazo, la apuesta era renunciar al sectarismo, forjar y garantizar la unidad de los y las trabajadoras en la lucha, con o sin los sindicatos pero en la calle. En esa fuerza social, el tándem obrero –estudiantil fue una de las expresiones más dinámicas.
Transitamos nuevamente tiempos de reagrupamientos diversos y de un sindicalismo unido solo para aceptar las migajas del poder o legitimar las políticas de ajuste en nombre del interés general, renunciando a defender el deber de clase. Nuestra respuesta debe seguir siendo construir el programa político para nuestras prácticas cotidianas de forma pluralista, diversa, popular, como aquel en el que Tosco supo aunar tendencias de las más diversas.
Ésa forma de concebir la unidad de Tosco era profundamente antiburocrática al apostar como cimiento a la democracia sindical. Porque en aquel entonces la burocracia estaba subordinada al poder y las patronales, avalando medidas antiobreras muchas veces o la legitimando expresamente el autoritarismo de la dictadura. Tosco era la contracara de esa política que hoy ese expresa en el panorama de despidos, suspensiones, precarización, ajuste salarial, debilitamiento de la negociación colectiva, paritarias a la baja, sobreexplotación laboral sobre las nuevas formas del mundo del trabajo, y los ataques continuos que vienen a atacar a la salud y la seguridad social.
‘El gringo’ expresó una de las tendencias del sindicalismo que planteaba el sindicalismo de liberación, la autonomía y su independencia de clase de las patronales, del Estado y también de los partidos políticos. Enraizado en las bases, fue seña de identidad la democracia sindical, la asamblea de base, que hacía realidad eso de que los sindicatos no son uno, dos, tres, o cien edificios, sino la voluntad organizada de los trabajadores y trabajadoras.
Viviendo esta etapa, vale decir que se extrañan dirigentes como Tosco. Su legado, al que apostamos, es organizar a la clase en los lugares de trabajo, en multisectoriales y movilizaciones para defender las conquistas, levantándonos cuantas veces sea necesario pese a las inexorables traiciones de las cúpulas sindicales. Hoy más que nunca, la lucha no es por lo posible, sino por lo necesario para una sociedad con justicia social y plenos derechos.
Gustavo Terés, Secretario General de la CTAA Rosario
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