Este lunes 28 de agosto se leyó la sentencia del cuarto tramo de la causa que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en la última dictadura. Los imputados fueron condenados con la pena máxima. Retratos de una jornada histórica.
Dicen que las notas no se arrancan con un número. Pero es necesario.
16 cadenas perpetuas. Dieciséis. Se leyó cada cargo imputado y resonaban en el cuerpo con una vigencia conmovedora. Porque atrás de cada nombre del delito, había víctimas. Víctimas cuyos hijes, parejas, compañeres, amigues, familiares abrazaban fuerte desde el recuerdo que nadie pudo desaparecer.
El trámite judicial lleva el nombre de uno de los verdugos: Guerrieri. Y tras el nombramiento de cada imputado resuenan: homicidio agravado, torturas calificadas, tormentos calificados, desaparición forzada, sustracción de menores y privación ilegítima de la libertad. Duelen, se sienten, atraviesan.
Son 116 las víctimas de la mega causa. Ciento dieciséis. Rostros congelados en fotos que llevan 45 años y más esperando justicia. Sí, cuarenta y cinco y más. En el cuarto tramo de este mega proceso judicial hubo 62 casos nunca juzgados. Sesenta y dos. Fueron chupados, torturados y en algunos casos asesinados en centros clandestinos de detención.
No son sólo números. Claro que no. La magnitud da cuenta de las atrocidades que hoy, en medio de discursos negacionistas del terrorismo de estado, estallan en las caras de quienes pretenden borrar la historia.
“Condenar a la pena de…” dice la jueza y ese segundo en suspenso condensa todo. “Prisión perpetua” estalla en los gritos, puños, abrazos, llantos, sonrisas y saltos de quienes vienen esperando demasiado algo parecido a la justicia.
Se leyó la sentencia. Llevó alrededor de una hora y media, frente a un gris edificio del tribunal oral repleto de personas.
Por zoom, salvo uno que estaba en la sala, los genocidas escuchaban uno a uno sus nombres y cargos.
Pascual Oscar Guerrieri
Jorge Alberto Fariña
Juan Daniel Amelong
Marino González
Ariel López
Juan Andrés Cabrera
Rodolfo Isach
Walter Pagano
Eduardo Costanzo
Federico Almeder
Juan Carlos Faccendini
Juan Félix Retamozo
Enrique Andrés López
Osvaldo Tebez
Oscar Roberto Giai
Roberto Raúl Squiro
Verdugos, genocidas, escorias de la humanidad. La cárcel común y perpetua debe ser su lugar.
Entre tanto dolor, angustia, largo camino por memoria y verdad, hoy hay un poquito más de justicia. Faltan muchos por juzgar. No sólo canas y milicos: integrantes de la iglesia, del empresariado, civiles.
También nos falta encontrar nietes. Nos falta saber dónde están nuestres desaparecides. Vamos a seguir. Sabemos que fuimos ganando en las calles lo que ellos robaron con armas y torturas. Porque como decía Paco Urondo: arderá la memoria, hasta que todo sea como lo soñamos.
30 mil compañeres desaparecides ¡PRESENTES!
Texto y fotos: Sofía Alberti, Secretaria de Comunicación CTA Autónoma Rosario