Por Sofía Alberti* | Ganaron ellos, ellas. Los morochos, las de limpieza, los que palean la soja que se va por las venas abiertas de nuestras pampas. Ganaron los que no se creían trabajadores y empezaron a verse como tales. Los que pensaron que merecían más que sólo llegar a fin de mes.
Ganaron, desde el peón que recién arranca al que tiene 25 años de antigüedad en fábrica. Ganaron los tercerizados que ya no lo son. Ganaron los que no se murieron porque la organización pensó que la salud era importante.
Ganaron ésos, que hace 20 años se probaban perfumes que nunca pensaban en comprarse, o miraban desde la bici la posibilidad de tener un autito, porque eso era para los pudientes. Como si el derecho a lo material y a la belleza fuera realmente propiedad privada de unos pocos.
Ganaron los que saltan y se empujan mientras ríen y luchan. Porque será cansadora la huelga, pero la alegría de saberse dignos y pelear por el respeto es más fuerte.
Ganaron los que pudieron mirarse en otros y confiar en la coherencia y las destrezas de los que firman el acuerdo. Ganaron los que se ganaron esa confianza con esfuerzo, lucidez, perspicacia y militancia, generando un músculo sindical con democracia de base que se muestra invencible.
Ganaron los que formaron y los que aprendieron. Ganaron los que se plantaron horas eternas de calor frente a los gigantes del sistema. Los y las que durante 21 giros completos de la tierra sobre su eje, lograron conmoverla.
Ganaron quienes formaron una Federación donde se lucha, se debate, se para, se negocia con la meta clara y se celebra. Ganaron las y los que se bancaron pelearla con una organización cuyos logros gremiales, políticos e históricos tienen un impacto que pocos pueden mensurar.
Y sí señoras y señores. Que les joda bien jodido a los traidores. Que le joda bien jodido en el fondo a los eternos opositores de mucha línea y poco predicamento. Que les joda a los que se excusan para no pelear. Pero sobre todo, que les joda a aquellos que siendo trabajadores o trabajadoras, piensan que no lo merecen. Porque cuando te joden la naturalización de tu propia pobreza, es ahí cuando el suelo de los injustos se voltea y el sueño de un mundo mejor deja lo onírico y se transforma en práctica.
Ganaron los aceiteros y las aceiteras. Ganó la clase obrera.
Felicitaciones, compañerxs.
*Sofía Alberti (texto y foto), periodista, Secretaria de Comunicación de la CTAA Rosario.