De la Rúa y el pueblo

Por CTAA Rosario* | La muerte del ex Presidente Fernando De la Rúa nos obliga a ejercitar la memoria. Su figura fue la punta de lanza de un régimen en desmoronamiento, donde gravitaban diversas fuerzas políticas. Pese a que fue “el único que se fue” como respuesta histórica al grito popular de las jornadas de diciembre de 2001, logró hacerlo en impunidad sin responder por los 39 asesinatos perpetrados en las jornadas del 19 y 20.

Foto: facebook Celeste Lepratti

En el ocaso del neoliberalismo de la década del 90, Fernando De la Rúa vino a mostrarse como el clausurador de la fiesta menemista. Venía de una línea constante desde la década del 70 en militar el ala conservadora del radicalismo y su paso por la presidencia no fue distinto, también gracias a un sector del autoproclamado progresismo que acompañó esa experiencia. Un aspecto que merece ser debatido y abordado, para que el posibilismo no arrase con experiencias políticas que pueden transformarse en bisagras históricas en beneficio de las mayorías.

Cuando la muerte llega y da un baño de decencia a todas las figuras, con el apoyo de los medios masivos de comunicación, es necesario ver el mapa completo para evitar reiterar frustraciones al campo popular y ratificar los pedidos de justicia por los crímenes impunes. De la Rúa fue el máximo responsable de los 39 muertos en los levantamientos populares de 2001, del industricidio impuesto también entonces por el FMI y de la ley de reforma laboral contra el mundo del trabajo, construida con las coimas del senado y la Banelco del entonces Ministro Flamarique.

La crisis de representatividad que se atravesó en los primeros años de este siglo se manifestaba también en el carácter represivo desplegado en las provincias. No es casualidad que la Santa Fe gobernada entonces por Carlos Alberto Reutemann fuese el territorio con mayor cantidad proporcional de muertes en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Reutemann también goza de la impunidad, habiendo sido el máximo responsable político a nivel provincial de las nueve personas asesinadas y de todas las víctimas del crimen hídrico en la capital provincial.

Foto: Sofía Alberti

Es necesario recordar que De la Rúa fue sobreseído por los crímenes del 2001 por un juez muy renombrado en estos días: Claudio Bonadío. Y es necesario recordar que Reutemann nunca dio una sola explicación judicial por el accionar de la policía de Santa Fe, con el reaseguro de la presencia de su primo en la Corte Suprema de Justicia Provincial, Rafael Gutiérrez. A las claras, urge revisar las imbricaciones profundas de los diferentes poderes del Estado para abordar esta impunidad que sigue matando muertos y profundizando desigualdades.

Las vueltas de la historia nos llevaron nuevamente a un gobierno conservador, oligárquico, ligado a los intereses financieros internacionales y ejecutor de las políticas del FMI. Eso también tiene que ver también con las dificultades –en muchos casos por falta de voluntad política – para transformar de manera real y definitiva los pilares de las estructuras sociales y económicas que permiten que se muera de hambre y frío en el país del pan y las tierras. Algo que vale mencionar, se ve en esta parte de mundo como se ve en Grecia, donde un gobierno de centro izquierda que llegó con el discurso de barrer las políticas de hambre, terminó acomodándose titubeante para sostener el esquema económico financiero que venía a combatir.

Inés Pertine Urien, ex Primera Dama 1999-2001, esposa del ex Presidente Fernando De La Rua, y hermana del Contraalmirante Basilio Pertine, agregado militar en EEUU durante la última dictadura militar argentina, dijo: «lo despedimos como un patriota». Quienes en los 90 y hasta la actualidad peleamos en las calles por nuestros derechos, entendemos que la patria de los De la Rúa y los Reutemann es la financiera, la represiva, la antipopular, la que cierra fábricas y clausura sueños de generaciones enteras. No festejamos la muerte del ex mandatario, sí furiosos y furiosas nos posicionamos ante la impunidad que le permitió vivir sin dar explicaciones ni pagar sus crímenes. Delitos de estado cuyas víctimas fueron nuestras familias, nuestros compañeros, fue el pueblo argentino.

CTA Autónoma Regional Rosario

 

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