Por Comunicación CTAA Rosario* | Este 21 de mayo se conmemora la rebelión popular local, que inició los días previos con movilizaciones y fuertes represiones. En la coyuntura sanitaria hoy reivindicamos el rol de lxs trabajadorxs y gritamos fuerte que cuidamos la vida y defendemos, como a lo largo de la historia, nuestros derechos.
La situación que atraviesa el país y el mundo hoy ha puesto en la palestra el profundo sentido de realidad de que somos lxs trabajadorxs quienes movemos el mundo y garantizamos derechos. En esta ocasión, las calles no podrán ser escenario de la expresión reivindicativa de uno de los hechos más importantes para el movimiento obrero. Pero la huella que dejó aquel mayo de 1969 sigue guiándonos.
Mayo se presenta como expresión de lucha, organización y rebeldía. Desde el 1º de mayo de los Mártires de Chicago y el Manifiesto de la CGT de los Argentinos, pasando por el primer Rosariazo, la gesta libertaria del 25 en 1810 y el Cordobazo del día 29, entre otros hechos de importancia, seguimos destacando que las grandes resistencias que habilitaron transformaciones sociales profundas, tuvieron como eje vertebrador a la clase obrera.
Durante el Rosariazo, hablamos de un sector del movimiento obrero que se ubicó lejos del sectarismo y se nutrió del conjunto de las organizaciones populares más combativas. En ese momento la unidad obrera y estudiantil fue estratégica para derrotar a la dictadura de Juan Carlos Onganía. Se trataba de trabajadoras y trabajadores que, con representantes de la talla de Agustín Tosco, Raimundo Ongaro, Héctor Quagliaro, generaban organización política de clase con la premisa de que había que tener un programa, como el de la CGT de los Argentinos, pero que éste debía tener coherencia en la movilización social con protagonismo obrero y popular.
“Nos caracterizaba un planteo social justo plural democrático y eso fue generando una enorme confianza en el seno del pueblo”, narraba el entonces Secretario General de la CGT de los Argentinos de Rosario y referente de ATE, posteriormente fundador de nuestra CTA, Héctor Quagliaro. “Todo eso fue poniendo a Rosario en una situación de avanzada en torno a los reclamos sociales, muchos de los cuales no están totalmente satisfechos”, decía en 2009 ‘El Colorado’, y podemos dar cuenta que sigue siendo así.
De aquellas jornadas rosarinas, es necesario rescatar la enorme muestra de fuerza que hizo retroceder a las fuerzas represivas y pobló las calles de solidarias barricadas, de colectivas ollas populares, de valientes mujeres y hombres que confrontaron contra un aparato estatal que se entrenaba para el genocidio posterior.
Pero igual de importante es nombrar los crímenes impunes, que se llevaron la vida de Juan José Cabral (15 años) estudiante correntino, Adolfo Bello (22 años) estudiante de la Universidad de Rosario y Luis Norberto Blanco (15 años), obrero.
Ecos
Como bien escribió el periodista y militante Rodolfo Walsh sobre el proceso dictatorial que se abrió pasó en 1976, que desapareció a él y también a muchas y muchos de quienes protagonizaron ‘los Azos’: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
Esa cita nos continúa explicando con acabada síntesis, procesos que seguimos sufriendo al día de hoy. Por eso, decimos que la deuda externa es un flagelo para la sociedad en su conjunto, que en la actualidad los subsidios a los sectores de poder no mejorarán la situación de las personas excluidas y vulnerabilizadas, que la subvención a los grandes grupos económicos son recursos que no van a garantizar derechos elementales en los sectores más postergados. De qué se trata si no la falta de agua en Villa 31 y las dolorosas muertes que allí siguen sucediendo.
Es hora de que el pendiente impuesto a la riqueza sea una realidad. Debe haber un esquema fiscal, tributario, impositivo que tienda a la progresividad con o sin pandemia. Si no, las crisis siempre recaen en la vida, la salud, los derechos y los bolsillos de los trabajadores y trabajadoras, más allá de su condición laboral. Ésos y ésas, ayer y hoy, son los únicos esenciales.
Desde la CTAA Rosario retomamos las banderas de lucha, de unidad, de solidaridad, de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por eso lejos de los sectores sindicales que actúan como patrones, seguimos exigiendo salarios y jubilaciones dignas, reapertura de las paritarias ya, derecho al trabajo, a la alimentación, a la salud y la educación públicas, igualdad y justicia social.
Hoy la respuesta, está a la vista, es fortalecer lo público. Pero no de cualquier manera. Hay que generar trabajo digno, cuidar a quienes nos cuidan, haciendo poner más recursos a quienes más tienen y siempre han ganado con las penurias del pueblo. Por eso asumimos el compromiso de vertebrar espacios amplios y unitarios, para que los sectores del capital no arrasen derechos laborales históricos.
A 51 años del primer Rosariazo, en vísperas de un nuevo 25 de mayo y la conmemoración del Cordobazo, gritamos fuerte: SÓLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO, SOLO LXS TRABAJADORXS SALVARÁN A LXS TRABAJADORXS.
CTA Autónoma Regional Rosario