Huelga indígena y masacre: Napalpí nos sigue diciendo

A cien años de la gran huelga de pueblos originarios chaqueños y la feroz represión estatal y empresarial, se realizó el 2º Seminario de reflexión sobre el genocidio indígena en el Gran Chaco argentino. Estuvieron presentes la delegación de Fundación Napalpí de la provincia del Chaco, autoridades institucionales y familiares de los sobrevivientes, junto a las comunidades y gremios locales.

Con paneles, música y debate, se desarrolló este viernes en la sede universitaria de en Maipú 1065 este segundo seminario que, entre sus objetivos centrales, tuvo desnaturalizar, difundir y sensibilizar sobre la problemática en el Gran Chaco Argentino.

La matanza de cientos de personas qom y moqoit a manos de la policía chaqueña y grupos paramilitares de los estancieros regionales, conocida como ‘masacre de Napalpí’ de 1924, es una emblema de cómo se organizó la resistencia indígena y se respondió a esa organización desde el Estado y las patronales. Y también de cómo se incorpora a la historia de las luchas obreras aquellas protagonizadas por las comunidades originarias.

Por aquel entonces, el gobernador del Chaco, Fernando Centeno, prohibió a la comunidad emigrar a los ingenios azucareros de Salta y Jujuy, para retener la mano de obra esclava. En Napalpí, las condiciones de trabajo y alimentación eran deplorables y no recibían pago alguno. Por esta razón, un millar de habitantes se refugiaron en las montañas cercanas como forma de huelga.

El 19 de julio de 1924, un avión biplano conocido como el Chaco II sobrevoló la zona arrojando comida y caramelos. En el momento que los indígenas salieron a recogerlos, poco más de 130 policías y terratenientes dispararon y golpearon con machetes a familias enteras.

Familiares de sobrevivientes de Napalpí
Familiares de sobrevivientes de la masacre

El cuerpo de policías asesinó a 423 habitantes: los hombres fueron mutilados, decapitados y exhibidos. Las mujeres, violadas. Se persiguió a quienes huyeron. Treinta y ocho niños y niñas y quince adultos escaparon. Ante el suceso, los medios de comunicación difundieron el hecho como un combate armado entre las comunidades y la policía. Gracias a la valentía de las y los sobrevivientes, como Melitona Enrique y Rosa Grilo, se conoció la verdad y hasta se desplegó un juicio ya entrado el siglo XXI.

Para la referente de pueblos originarios de CTAA y ATE Rosario, Irene López, la importancia del seminario radicó en “concientizar, para que conozcan la realidad de los pueblos, el sufrimiento, no solamente el pueblo conocido como Koya, el Mapuche, todos tienen una experiencia de esclavitud. Es también un comienzo, los seminarios son comienzos para abrir la mente de la gente, y que nos escuchen, y que nos valoren, que conozcan la realidad de cada pueblo”.

Ofelia Morales, otra de las referentes pero del pueblo Qom, consideró que las figuras de Melitona y Rosa marcan el rol de la mujer indígena. Se trata de “reivindicar la presencia de la mujer indígena, de todos los pueblos en Argentina, dado que su función o su rol es muy importante”, porque entre otras cosas “dando su testimonio y su verdad, vuelven a ratificar nuestra existencia”.

El secretario de Formación de ATE Rosario, Fernando Capogrosso recordó que la masacre fue “el primer bombardeo militar sobre población civil, incluso antes que Guernica en España”.  Ubicando en la línea histórica, planteó que lo de Napalpí sucedió un año antes que la misma conformación del gremio ATE.  “Estos seminarios tienden a sensibilizar para que uno comprenda primero cuáles eran las condiciones reales de vida que estaban sometidos estos trabajadores, y es a partir de esas condiciones que nacen las organizaciones como las nuestras”, más allá de las diferencias entre los jornaleros portuarios y los pueblos originarios. Luchas unidas por la búsqueda de una vida digna.

David García, de la Fundación Napalpí y también de ATE, contó cómo la recuperación de esta historia permitió coagular las peleas sindicales, con la perspectiva de las particularidades de las experiencias de las comunidades. “Es fundamental poder seguir reflexionando y poder seguir cada día socializando esto y visibilizando ya que el hecho de que somos conocidos como que no trabajamos, el indio vago y acá se demuestra de que no somos así”, dijo y tejió otro hilo de continuidades históricas.

Así como la palabra bombardeo a civiles en Argentina remite al perpetrado sobre Plaza de Mayo en 1955, pero antes sucedió sobre los qom y moqoit también para defender un modelo de país, la idea de exterminar a quienes se sindica como ‘vagos’, cobra otro sentido en la actual coyuntura.

Consultado sobre cómo dialogan la concepción del ‘indio vago’ que amerita ser masacrado, o el ‘gaucho malentretenido’ visto como la escoria social, hasta el ‘ñoqui estatal’ que merece ser ‘eliminado’ –como gusta definir el gobierno nacional actual-, Capogrosso analizó: “en los discursos que están circulando en la sociedad hay un gran ‘revival’ de aquel momento en que el Estado-Nación se constituía a través de oprimir a los pueblos originarios, a los trabajadores y a toda la población”.

Finalmente, conmovida por la jornada, la secretaria general de la CTAA y ATE Rosario, Lorena Almirón, concluyó: “estamos acá porque entendemos que somos parte de la misma historia, porque a la vez tenemos culturas diversas y eso debe ser respetado con Educación Intercultural Bilingüe y acceso a los derechos de forma igualitaria. Incluido entre los derechos, el acceso a trabajo digno. Y por supuesto, seguir recordando, seguir exigiendo justicia, porque Napalpí no terminó con la masacre y nuestras comunidades siguen sufriendo los maltratos y negaciones no de uno, sino de cinco siglos atrás”.

Comunicación CTAA Rosario – Fotos: Sofía Alberti

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