Por Sofía Alberti* | Este jueves hubo una nueva protesta de trabajadores públicos en la ciudad de Rosario, con diversas actividades y una concentración unitaria. Detrás de las luchas, están las historias cotidianas de aquellas personas cuyo trabajo fue declarado “esencial”.
Mariana es acompañante personalizada dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. Lleva cinco años precarizada y tuvo que hacer ‘una vaquita’ con sus compañeres para comprarse alcohol en gel y barbijos para laburar. Atiende a niños, niñas y adolescentes en situaciones complejas dentro de diversas instituciones. Es esencial y labura como cualquiera de su área, pero no tiene vacaciones pagas, ni obra social, ni ningún derecho laboral de los que gozan les trabajadores de planta permanente.
Juan Pablo es médico. Trabaja en la unidad de terapia intensiva (UTI). La realidad es que nadie quiere entrar en la provincia como refuerzo para pacientes con Covid, porque tienen que trabajar en esas condiciones. A final de mes, tras cubrir sus guardias de 24 horas con pacientes infectados en grave estado, el gobierno provincial le paga a Juan diez mil pesos menos de lo que le corresponde, como si atendiera una guardia común. A ese monto recortado, le tiene que restar el pago del monotributo, sin el cual no labura y el aporte compulsivo a la Caja del Arte de Curar que el Estado no cubre.
Marcela es docente de química. Tiene 38 horas, once cursos en tres turnos y 301 alumnes. “Decir que es en dos escuelas, soy una afortunada, porque algunos llegan a 4 o 6 escuelas distintas”, explica. El bono, que por decreto entregó Omar Perotti se fue rápido: 1400 pesos a internet, 500 pesos a la luz y 800 pesos de teléfono.
El teletrabajo la encuentra no sólo invirtiendo en realizarlo, sino atendiendo problemas personales no académicos de chiques ‘atravesados por la pandemia’. También hace trabajos adaptativos para aquellos con alguna discapacidad. Y recibe “los prácticos” a su teléfono personal hasta las dos de la mañana. “No hay fin de semana que valga”, afirma. Necesitó asistencia psicológica, pero la obra social IAPOS (de empleados públicos provinciales) tiene tope de atención, aun en este contexto. Entonces paga esa prestación de su bolsillo.
Los ejemplos expuestos son una pequeña muestra de la situación de trabajadoras y trabajadores, formados profesionalmente, declarados esenciales, sin aumento salarial desde 2019. Son les profesionales que permiten que nuestros viejos no se nos mueran en UTI, les docentes que responden hasta a lo que no podemos ver de nuestres hijes, las personas que van con les pibes que la sociedad tiende a encerrar en vez de darles respuestas para empoderarse. Ellos, ellas, elles, son les trabajadores públicos. Y hoy, están abandonados por los mismos que definen las políticas públicas que ellos, ellas, elles, sostienen cotidianamente.
*Nota y fotos: Sofía Alberti, Secretaria de Comunicación CTAA Rosario.
Nota vinculada de la jornada de lucha