Por CTAA Rosario* | A 45 años del golpe de Estado cívico, militar y eclesiástico, no sólo es necesario recuperar la memoria de ese momento histórico, sino también resignificarlo a la luz de 38 años de vida democrática en nuestro país. Desde la CTAA Rosario concentraremos desde las 17.00 horas en nuestro gazebo en el Parque Nacional a la Bandera.
A un año del Decreto de Necesidad y Urgencia N° 297/2020del Poder Ejecutivo que normaba el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en todo el territorio nacional a raíz de la pandemia del COVID-19, la crisis social, económica y política que afecta no sólo a Argentina sino a todo el globo, debe llevarnos a reflexionar sobre las características del sistema capitalista contemporáneo y los orígenes del modelo neoliberal que tuviera su laboratorio en la América Latina de la década de 1970.
La matriz económica que se implantara a sangre y fuego a partir del 24 de marzo de 1976, no sólo constituyó un fenómeno local con enlaces regionales, sino que a partir de su despliegue en los países desarrollados dominó la economía mundial, la política y la sociedad de todo el globo hasta el día de hoy. El resultado desgarrador es un exponencial crecimiento de la desigualdad socioeconómica sólo equiparable al existente en el capitalismo del siglo XIX y que, de una manera u otra, generó no sólo la expoliación de los pueblos, sino la expoliación de la naturaleza misma.
Los/as 30.000 compañeros/as desaparecidos/as son en parte las víctimas de un sistema que aún permanece, que en su rostro más radicalizado represivo produjo detenidos/as, desaparecidos/as, represaliados/as, exiliados/as y niños/as apropiados/as no sólo en Argentina, sino en América Latina toda.
Desde los 3.000 desaparecidos/as y asesinados/as chilenos/as en la Dictadura Militar de Augusto Pinochet hasta los 10.000 asesinados/as guatemaltecos/as de la dictadura de Efraín Ríos Montt. La Doctrina de Seguridad Nacional ya no existe, pero ha mutado en múltiples nuevas doctrinas político-militares (como la de Seguridad Hemisférica), que se articularon para sostener los intereses de las grandes trasnacionales (no sólo occidentales, sino también provenientes de otras potencias emergentes), que globalizan el capital extractivo en busca de bienes comunes, para el beneficio de pocos/as y el perjuicio de muchos/as.
Ante esta realidad, seguimos denunciando como ayer, las violaciones actuales a los Derechos Humanos, tanto civiles y políticos, como económicos, sociales y culturales, en nuestra Argentina y América Latina contemporáneas. Más allá de múltiples logros dados a 38 años de restauración democrática, los aparatos represivos enquistados en las fuerzas de seguridad siguen practicando una violencia institucional que tiene raíces y muestra incluso mecanismos de acción similares a la del Terrorismo de Estado. Eso muestra que todavía queda mucho trabajo por hacer para el desarrollo de un genuino Estado Democrático de Derecho en nuestro país.
Las 7.587 personas muertas por el aparato represivo estatal desde 1983 hasta el 19 de noviembre de 2020 (de acuerdo a la 25° actualización del Informe de la Situación Represiva Nacional de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), son una verdadera evidencia de las rémoras represivas que tenemos en democracia, provenientes en gran partede tiempos del Proceso de Reorganización Nacional.
Las personas muertas durante casos de represión en la que actuaran fuerzas federales, a saber, Santiago Maldonado con Gendarmería Nacional y Rafael Nahuel con Prefectura Naval Argentina (sucedidos durante el año 2017), la desaparición forzadade Facundo Astudillo Castro a manos de la policía de la provincia de Buenos Aires en abril del año pasado (a los que deberíamos sumar los de Luis Armando Espinoza en Tucumán y Francisco Valentín Cruz en Buenos Aires), los casos de los así llamados “desaparecidos del Paraná” (Franco Casco en 2014, Gerardo “Pichón” Escobar y Alejandro “Kiki” Ponce en 2015, y por último, Carlos “Bocacha” Orellano en 2020), los femicidios de Rosalía Jara y Paula Perassi –donde la pata policial no llegó a ser debidamente investigada ni juzgada-, el desalojo de 1300 familias en el predio del barrio Guernica con 4000 efectivos policiales en operaciones en octubre del mismo año y la friolera cifra de 411 casos de asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad desde el 10 de diciembre de 2019 hasta la fecha de la entrega del ya mencionado Informe de la Situación Represiva Nacional, evidencian que aún en plena democracia e independientemente del signo político de los gobiernos, la represión y la violencia institucional se han transformado en una verdadera continuidad institucional, que a 45 años del golpe militar más violento de nuestra historia nacional, es necesario desmantelar para construir un genuino Estado de Derecho en nuestro país.
La lucha por los Derechos Humanos llevada adelante de manera heroica por las Madres de Plaza de Mayo y el resto de los organismos durante los años de plomo vividos en nuestro país (las Abuelas de Plaza de Mayo, los Familiares Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el Servicio de Paz y Justicia y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos), que tuviera sus momentos centrales en la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo, la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979, la “Marcha por la Vida y la Vigencia integral de los Derechos Humanos” de 1982, la constitución de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en 1983 y la entrega del Informe “Nunca Más” en 1984, el Juicio a las Juntas de 1985 y el reinicio de los juicios por crímenes de lesa humanidad a partir del año 2005, hoy por hoy para reivindicar la memoria de los/as compañeros/as desaparecidos/as, debe cristalizarse en un conjunto de nuevas luchas por los Derechos Humanos en pleno siglo XXI.
Las secuelas de ese régimen autoritario al que hoy calificamos como Terrorismo de Estado, aún perduran y se hacen patentes en el día a día de la vida de millones de argentinos/as. No es casual que el 66% de las y los desaparecidos fueron activistas gremiales. Las causas por las que lucharon los/as trabajadores/as, estudiantes secundarios/as y universitarios/as, intelectuales y militantes políticos/as de aquellas época, aún perduran hasta el día de hoy y se han agravado profundamente. La precariedad laboral y las condiciones de trabajo indignas que se llevan vidas de personas a diario, también forma parte de las nefastas consecuencias de ese modelo instaurado.
Hoy, en nuestro país, el 40,9 % de la población vive bajo la línea de la pobreza, la deuda externa pública representa casi el 90 % de su Producto Bruto Interno, el 20,7 % de la Población Económicamente Activa se encuentra precarizada y la desigualdad entre el 10 % que más gana y el 10% que menos gana en el país, trepó de 17 a 21 entre los años 2017 y 2019.
Hemos tenido muchos avances durante estos 38 de recuperación democrática a fuerza de organización y lucha, pero a partir de las heridas infringidas por el neoliberalismo que ningún gobierno constitucional ha tocado de fondo desde 1983 en adelante, se hace más actual que nunca luchar por otro mundo posible, tal como lo hicieran gran parte de nuestros/as compañeros /as asesinados/as y desaparecidos/as hace 45 años atrás. Decimos con fuerza: CONTINUIDAD DE LOS JUICIOS POR CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD, CON CASTIGO EN CÁRCEL COMÚN A LOS RESONSABLES MILITARES, CIVILES (MUCHOS DE ELLOS EMPRESARIOS) Y ECLESIÁSTICOS; DEROGACIÓN YA DE LAS LEYES DE LA DICTADURA GENOCIDA QUE SIGUEN SOMETIENDO A NUESTRO PUEBLO; INVESTIGACIÓN A FONDO DE LA DEUDA EXTERNA CONTRAÍDA EN DICTADURA Y EN EL PERÍODO NEOLIBERAL DEMOCRÁTICO.
Que su sacrificio y entrega no sean en vano, que la Memoria, Verdad y Justicia, constituyan un norte para que palabras como las que dijera uno de los Mártires de Chicago hace 135 años atrás, sean plenamente actuales el día de hoy:
“Hoy el sol brilla para la Humanidad, pero puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un solo minuto la llegada del venturoso día en que aquel alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones”
¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!
¡30.000 compañeros desaparecidos, presentes, ahora y siempre!
CTA Autónoma Regional Rosario